Por Leslíe Serna
Hace 10 años mi vida dio un vuelco. No fue de un día para otro pero casi. Pasé de tener una rutina bastante tranquila en mi quehacer profesional a una vorágine de proyectos, compromisos y actividades. Me había reencontrado con Venerable Damcho, justo cuando ella comenzaba a dar enseñanzas de budismo por internet para un puñado de amigas en México (dado que vivía en la India, no había otra manera). Con el apoyo de Luis Trejo, un amigo que le sabía bastante a los medios digitales, nos embarcamos en un proyecto que ha crecido de muy distintas maneras, pero no es de ese crecimiento del que quiero escribir ahora.
Cuando hago un balance personal de estos 10 años, el efecto personal que más claramente puedo observar está en las redes en las que me he involucrado, son redes amorosas, que me protegen cuando caigo, que me dan sostén con sus entretejidos lazos de solidaridad y cariño. Redes de amistad en las que yo aporto y recibo, en relaciones de reciprocidad. Cuando alguien a estas alturas todavía dice que por internet no se puede desarrollar relaciones profundas, pienso: es que no conocen a la Comunidad Dharmadatta.
Nuestra comunidad es una de las pocas que realiza sus actividades sin costo alguno. Y no son pocas actividades. Son 10 años de transmisiones semanales, salas de meditación, cursos y retiros en línea y demás, con miles y miles de personas beneficiadas en todo el mundo de habla hispana. En carne propia he visto cómo en cualquier calle de este país, la gente detiene a Venerable Damcho para decirle que la conoce, que ha visto sus enseñanzas por internet. Sólo en Youtube tenemos el canal de dharma con más suscripciones, y algunos de los videos más vistos en este ámbito. El impacto global es asombroso.
Pero más asombroso es que en el centro de estas actividades se encuentra una pequeña comunidad monástica de mujeres, y a su alrededor, haciendo posible que las cosas funcionen, se articula una enorme red de colaboradores y colaboradoras, que aportan su tiempo y talentos, sin recibir gratificación económica. A veces me parece milagroso que este enorme sistema se sostenga solo con la fuerza de la generosidad.
El altruismo es una forma activa de la bondad, y según algunos estudios científicos puede ser impulsado por la empatía o por la reciprocidad. Hay quien dice que el altruismo puro no existe, y que al final todos esperamos algo a cambio de lo que damos, por ejemplo reconocimiento, karma positivo o la satisfacción personal de haber hecho una buena obra. A propósito de esta idea podríamos aplicar la invitación del Dalai Lama a convertir el egoísmo puro en egoísmo inteligente. Si entregar nuestro tiempo para beneficiar a otras personas nos produce regocijo, eso es fantástico.
Matthew Ricard, quien ha escrito bastante sobre felicidad y altruismo, ha señalado muchas veces que participar en actividades que benefician a otras personas es una poderosa fuente de bienestar interior. En efecto, numerosos estudios han encontrado que las actitudes altruistas y los comportamientos prosociales fomentan la satisfacción, la salud mental y el bienestar subjetivo.
Gracias a las neurociencias hoy sabemos algo que se acepta como realidad cotidiana en el budismo: la generosidad y la compasión activan áreas de nuestro cerebro que nos hacen sentir bien. Eso explica que dar nuestro tiempo en el voluntariado de la Comunidad Dharmadatta nos produzca gozo.
Pero hay un segundo elemento que me parece importante destacar, y es el valor de la amistad. Como decía al principio, uno de los mayores cambios que hubo en mi vida al participar aquí fue la enorme cantidad de nuevas amigas y amigos que tengo. Podría contar tantas historias que hemos vivido (aunque sea a la distancia), porque la amistad se construye de múltiples formas, pero una de ellas es resolviendo problemas juntas, preocupándonos porque se cayó la página, porque tenemos que transmitir y no sabemos cómo, porque el cartel no queda, etcétera. La amistad se construye analizando e implementando grandes proyectos o pequeñas tareas; gestionando las emociones aflictivas, las diferencias y el conflicto. Detrás de cada actividad que realizamos, hay desafíos personales y colectivos, numerosas reuniones, chats, conversaciones, espacios de interacción en los que se construyen relaciones fuertes. Por ello, incluso con personas que dejan de colaborar por alguna razón, la amistad continúa porque el lazo de afecto sigue vigente.
Así que este 2021 estamos celebrado 10 años de colaboración, altruismo gozoso y amistad.