Por Leslíe Serna
Las meditaciones matutinas suelen ser a las 6 de la mañana. En los días de mi estancia en la Casa Dharmadatta, la primera sesión de práctica de Mahamudra, guiada por Nangpel, era de 7 a 9 de la mañana. Luego el desayuno, en silencio, y una caminata corta por el bosque.
De regreso comienza la jornada de trabajo de las residentes de la Casa. Cada una tiene tareas asignadas de karma yoga (limpieza, cocina, compras, atender al perrito, citas médicas, trabajar el jardín, entre otras, como en cualquier casa). Además, realizan las actividades que tienen para la comunidad amplia a la que ofrecen el dharma: grabar pláticas, crear material didáctico, estudiar, traducir, investigar, buscar un lugar en el pueblo más cercano con buen internet para subir los videos a la red, llamadas con las coordinadoras de equipos, contestar correos, llamadas a otras sanghas. En fin, aquí la actividad no para.
La comida es a las 13:00 horas, seguida a veces de otra caminata y, si se puede, de un pequeño descanso. La sobremesa de la comida es un momento increíble porque es el único en el que formalmente se sientan todas a conversar. Claro que en las caminatas y en la cocina también se platica- Lodro es la chef y verdaderamente es una gran chef. La comida es vegetariana, sencilla y equilibrada. Algunos vegetales vienen de su pequeña huerta, de la que especialmente Damcho está orgullosa. En los días que estuve comimos pizza una vez, antes de que Dapel viajara a Suiza. Y es que la familia de una de ellas les hizo un donativo especial para que tuvieran una cena navideña. Ellas prefirieron usar ese recurso para comer pizza tres veces en el año. Me tocó la primera. Al terminar de comer, siempre realizan una práctica simbólica de compasión inspirada en Hariti, dejando una pequeña porción de sus alimentos en el bosque. Las tres monjas que están en entrenamiento para ordenarse como bhikshuni comen en un bowl que deben lavar inmediatamente.
A las 16:00 horas teníamos la segunda sesión de práctica de Mahamudra. Por la tarde, un poco de conversación y continuar con las asuntos pendientes. La cena no existe como tal. Cada una, de acuerdo con sus condiciones de salud, toma algún complemento o alimento sencillo.
A las 20:00 horas es la sesión de prácticas de fin del día: Chöd y Chenrezig. Ese es otro momento hermoso porque revisan toda la lista de dedicatorias para personas enfermas, con problemas de diversos tipos, que han fallecido, etc. Son las dedicatorias que les piden las y los estudiantes. Es el momento en el que reportan las últimas noticias de quienes están en sus plegarias. Además, incluyen a las víctimas de abuso sexual, de distintas formas de violencia, de guerras y catástrofes. Es una forma de hablar de lo que pasa en la comunidad y en el mundo con un sentido totalmente compasivo. Dedican a diario también por las personas benefactoras y voluntarias de los distintos proyectos.
La casa es grande en cuanto al número de habitaciones y pequeña en su cocina, comedor y sala. Cada una tiene su cuarto, tienen una pequeña biblioteca y una gompa. Creo que es similar en tamaño a la que rentaban en Dharamsala, aunque aquí se encuentran en medio del bosque, para bien y para mal. El silencio, la vista y la quietud son espectaculares, invitan a la contemplación en cuanto llegas. En contra, el internet es pésimo lo cual para ellas sí es un gran obstáculo.
He pasado tiempo con ellas en varios momentos. Ahora las veo tan estables en su necesaria rutina que lamento que, pese a que de verdad hicimos todo lo que pudimos, no logramos garantizarles condiciones idóneas en México. Las casas que generosamente se ofrecieron, una tras otra, presentaron distintos problemas. Y ahí iban ellas, de un lado a otro, con sus cosas desperdigadas, a veces con más comodidad, a veces con menos. Muchos corazones, incluido el mío, se rompieron cuando decidieron irse. No había de otra, yo lo sabía, y sin embargo dolió mucho. A lo largo de estos ya 12 años trabajando juntas, hay muchas cosas que nos han salido muy pero muy bien y otras que nos salieron fatal. Su estancia en México es una de las que dejó mal sabor de boca, para ellas y para quienes tratamos y no pudimos ofrecer un lugar. Aunque quizá en la decisión de irse comenzó un interesante cambio radical en la relación monásticas-laicas.
En 2012 estuve en su casa en Dharamsala. Allá tampoco paraban. En los días que me tocó compartir, todo fueron carreras para llegar a la iniciación de chöd en un monasterio en las afueras de la ciudad, recibir a un grupo de latinos que andaba de peregrinaje, recibir a Lama Tsultrim Allione y, de ella, la enseñanza directa de “Alimentar tus demonios”. Todo entre prisas, limpieza de la casa, organización de transmisiones y tareas de organización y comunicación.
En aquel lejano 2012, ellas tenían ya algunos años de existir como comunidad monástica pero apenas comenzaban a sembrar las semillas de lo que llegaría a ser una gran comunidad laica virtual. Recuerdo que el ajetreo me incomodó. Yo esperaba que una casa monástica y un grupo de monjas fueran tranquilas y apacibles, que nunca hubiera enojo ni tensión. Mis expectativas completamente ilusorias desmoronaron mis ganas de vivir como ellas.
Desde entonces hemos estado juntas varias veces: en mi casa en CDMX, en casas rentadas u ofrecidas en Puerto Morelos, Cuernavaca, Querétaro, Puebla. Me gustaba verlas juntas, quererse, tratar de construir una relación que para mí es ajena y a la vez inspiradora: una comunidad de mujeres que dejan sus vidas familiares y profesionales atrás, se unen para trabajar juntas con sus aflicciones y juntas tratar también de beneficiar a seres incontables.
En estos años ellas han pasado internamente por cambios, dolores, partidas, llegadas. Han crecido como personas y como comunidad. Ya no son las mismas. Los lazos que yo vi esta vez son de una naturaleza diferente. Vi a cinco mujeres trabajando minuto a minuto con sus emociones aflictivas, con su lenguaje verbal y corporal. Las vi queriéndose, protegiéndose, cuidando una de la otra, respetando sus espacios físicos y emocionales, envueltas en diálogos fructíferos, cediendo con paciencia y amor, tratando de superar la verticalidad religiosa sin descomponer la armonía basada en ella.
Estuve ahí en lo que podría considerarse una situación crítica: el anuncio público de Damcho de que dejó los votos monásticos en el mes de febrero. Este anuncio de Damcho se ha leído como un posicionamiento político en torno al abuso sexual en comunidades budistas y, aunque en cierta forma esta realidad desató un proceso personal en ella, la decisión de dejar de ser monja ha sido algo profundamente personal e íntimo, derivado de muchas de sus reflexiones. Quienes estábamos cerca, en realidad no nos sorprendimos, porque vimos que en mayo de 2021 hubo un punto de inflexión. Era el siguiente paso, y en ese sentido sí creo que es un acto de congruencia, porque en su intimidad, el vínculo maestro-discípula y persona-institución monástica con el que vivió por años se fracturó de forma irreversible.
En estos días críticos, vi la firmeza de Nangpel, Dapel, Lodro y Karya en sus votos monásticos. No quiero interpretarlas ni poner en ellas palabras que no me dijeron. Con relación a la institución religiosa, creo que piensan igual las cinco. Yo ahí no vi divergencia. Así como la decisión de Damcho es íntima y, en ese sentido inaccesible para otros que no sean ella misma, la de ellas cuatro, de seguir siendo monjas, también lo es y, por eso mismo, es un acto de congruencia también.
Ellas son mujeres éticas e inteligentes, con fuertes lazos de amor, tratando de iniciar un nuevo comienzo. Esta vez no me sentí incómoda, me sentí inspirada porque vi cómo han ido construyendo un equilibrio entre el espacio individual y el colectivo, que solo es posible cuando se trabaja a fondo con una misma.
Para nosotros como laicas y laicos que no vivimos en Casa Dharmadatta puede ser también un nuevo comienzo y una oportunidad para revisar nuestra relación con ellas y entre nosotros, quizá aceptando el reto que nos lanzaron de pensar cómo construir comunidades intencionales: ¿no sería fantástico vivir en pequeños grupos trabajando en procesos de introspección, de cuidado mutuo y de cambio social?
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