Competencias interculturales en la transmisión del dharma. Desde la perspectiva de algunas personas entrevistadas, la prevención del abuso sexual y de poder en las comunidades budistas requiere considerar la transmisión del dharma desde una perspectiva multi e intercultural. Multicultural porque las personas practicantes y los lugares geográficos hacia donde se desplaza el dharma poseen tradiciones y prácticas espirituales, religiosas y cosmovisiones muy diferentes entre sí. Interculturales porque se requiere de ciertas competencias que deben aprenderse y practicarse en la comunidad, para transmitir y captar el profundo sentido liberador del dharma.
Una de estas diferencias resulta fundamental: La religión mayoritaria en Occidente, con sus distintas variantes, parte del principio fundamental mediante el cual nacemos con una mancha original, somos seres caídos que dependemos del regalo de la gracia que nos otorga el Creador para limpiar esa culpa heredada por la desobediencia de nuestros primeros progenitores. Y para lograrlo, necesitamos seguir los preceptos religiosos que se erigen en una moral heterónoma, es decir, normas que debemos obedecer para alcanzar la salvación eterna. En el budismo, en cambio, todos los seres sintientes poseen una naturaleza luminosa, capaz de alcanzar la budeidad a través de una serie de métodos y herramientas para que cada practicante pueda soltar cualquier relación de apego o dependencia, incluso, con el Dharma sagrado. Encontrar un espacio tal de autonomía puede resultar deslumbrante, pero, a la vez, confuso porque la falta de certezas o de figuras e instituciones que pauten de manera más o menos férrea nuestro comportamiento, puede generar incertidumbre, lo que aunado al pensamiento dicotómico que caracteriza a Occidente (en términos de bueno o malo, blanco o negro, etcétera), puede incrementar la vulnerabilidad de las y los practicantes.
Entonces, la figura del Maestro o Maestra espiritual aparece revestida con un halo de sabiduría, incluso de omnisciencia “Dejamos que los maestros nos moldeen, nos formen, nos digan cuáles son las prácticas apropiadas y cómo se practican las cosas” (Tenzin Peljor, 2024) En consecuencia, “No vamos con todo nuestro escepticismo tan activado como necesitamos” (Damcho, 2024). Desde ese punto de vista, se trata de una confianza, admiración, apertura, entrega y respeto (todas características asociadas con la devoción que provocan los méritos y virtudes de las figuras espirituales) que puede dificultar los cuestionamientos, al menos, hasta que has transitado un tiempo en el camino del budismo. Porque no sólo se trata de incorporar prácticas, ideas y creencias, sino de aprender a traducir un mundo cultural, diverso en sí mismo, a contextos muy diferentes y, en ocasiones, sin tener clara conciencia de la relevancia de esta tarea, o las competencias necesarias que favorezcan este encuentro en términos de diálogo entre tradiciones, en lugar de experimentarse como una imposición, sometimiento o adhesión deslumbrada.
En conexión con este punto de partida inicial, que traza una profunda diferencia entre la naturaleza caída y la naturaleza búdica, las personas entrevistadas reflexionan sobre la tendencia a la baja autoestima, derivada de la percepción de nosotros mismos como pecadores y pecadoras lo que, “Podría ser parte de la forma en que nuestra práctica y nuestras comunidades se configuran y ayudan a hacer el abuso posible” (Damcho). En este sentido, conviene reconocer que, como señala Damcho, nos acercamos a una comunidad religiosa no sólo en busca de una orientación y un sentido espiritual para nuestras vidas.
La fragilidad e interdependencia que nos caracterizan como especie, también nos llevan a buscar espacios donde experimentamos un sentido de pertenencia y de identidad. De ahí que un aspecto importante de los cuidados, como responsabilidad de la comunidad amplia, consiste en promover prácticas que favorezcan la autoestima, una condición para responsabilizarnos de nuestro camino en el dharma, y para que podamos ver a nuestros Maestros y Maestras como amigos espirituales, seres humanos complejos, cuyos méritos e incluso, debilidades, pueden orientarnos para ver nuestras propias luces y sombras, nuestros claroscuros, sin tanta culpa ni vergüenza, rechazo hacia nosotros mismos y ambigüedad.
Respuesta institucional al abuso: Recibir cuidados. Un aspecto central para iniciar un proceso de sanación y reparación del daño, así como de prevención del abuso sexual y de poder, son los cuidados que reciben las personas sobrevivientes y la comunidad. En este sentido, sabemos que la secrecía es una forma de solidarizarse con las personas abusadoras. Podríamos ir más allá y pensar que es una forma de resguardar las propias expectativas, de liberarse del dolor que provocan estos descubrimientos, estas contradicciones inesperadas, de preservarnos del enojo y la frustración, una respuesta que podría considerarse con cierta benevolencia, excepto porque se concreta a costa de las víctimas, lo que, en definitiva, niega la interdependencia, el lazo sagrado que nos une como comunidad.
Estas respuestas tampoco benefician a la organización que se niega a identificar las causas y condiciones, en un diálogo abierto, para que las personas eruditas puedan ayudar a interpretar la situación y contribuyan a detenerla. Y no se trata de iniciar una caza de brujos o de salir a la búsqueda de relatos para intervenir porque, como nos alertan las investigadoras Amy Langenber y Ann Gleig (2023c), se requiere de una escucha profesional, desde un enfoque budista (y me atrevo a decir con perspectiva de género) para brindar un buen cuidado, orientado al reconocimiento atento y amoroso, como primer paso hacia la sanación.
Aunado a lo anterior, el buen cuidado, es decir, compasivo, ético, también debería alcanzar a las personas agresoras. Esto no significa disculpar, disimular o justificar los comportamientos abusivos. Probablemente, éste es uno de los desafíos o retos más grandes a la compasión y, muy especialmente, para las personas sobrevivientes, como reflexiona Lama Willa (2023d, 2023e). En este sentido, la respuesta institucional comprometida con la ética budista, con el cuidado compasivo, ocupa un lugar central para afrontar el problema.
Las personas entrevistadas aportan valiosas orientaciones para “Contar con estructuras claras y formas institucionales seguras para abordar el abuso” (Tenzin Peljor, 2024). Pero acá, nuevamente se vislumbran diferencias culturales que demandan una reflexión profunda, situada, en contexto. Así, frente a la espera de una respuesta institucional firme y decidida, con normas y protocolos para homologar procedimientos, que podemos asociar con algunas regiones de Europa, Tenzin Peljor refiere que en la cultura budista existen otras formas de señalar o evidenciar a un maestro poco ético. Entonces, ¿qué respuestas podemos generar en la región de las Américas, donde el abuso de poder y la violencia de género evidencian un problema estructural que, por esa misma razón, se repite con diversos rostros y modalidades, en muy distintas organizaciones e instituciones?
En este sentido, resulta por demás inspiradora la invitación de Damcho, durante el retiro presencial en 2023, realizado en San Luis Potosí, México, que reitera en la actividad especial, disponible en la página de las Salas de Meditación del Instituto Budadharma, denominada Un budismo para nuestro tiempo, donde durante 12 semanas a lo largo del presente año se nos invita a “Repensar nuestras creencias y certezas para buscar respuestas a los desafíos personales y globales”, de cara a los graves problemas ambientales, la violencia estructural, la crisis de las instituciones”. Una invitación abierta a la comunidad amplia que tal vez nos ayude a encontrar, entre todas y todos, algunas respuestas a la pregunta inicial de Damcho: ¿En qué tipo de comunidad espiritual queremos participar?
Referencias
Batthyány, Karina (2020). Introducción. En K. Batthyány (comp.), Miradas latinoamericanas a los cuidados. México: CLACSO-Siglo XXI editores.
Comunidad Dharmadatta. Un budismo para nuestro tiempo [Página web]. Recuperado el 12 de febrero de 2024 de https://budismoenlinea.ning.com/actividad-especial-2024
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faceBuda (2023e). Ver el sufrimiento para despertar. Entrevista a Lama Willa 2da. Parte. [Canal de Facebook]. Facebook. Recuperado el 12 de febrero de 2024. https://www.youtube.com/watch?v=d2_DZdmLAG8&t=1s
faceBuda (2024) ¿Qué tener en cuenta cuando empezamos a practicar el budismo? [Canal de Facebook]. Facebook. Recuperado el 01 de febrero de 2024 de https://www.youtube.com/watch?v=HvnGNqqz5Aw
Pautassi, Laura (2007). El cuidado como cuestión social desde un enfoque de derechos. Chile: Comisión Económica para América Latina.
Tronto, Joan (2013). Caring Democracy. Markets, Equality and Justice. New York: New York University.
Reseña Biográfica
Alicia Estela Pereda Alfonso nació en Argentina, actualmente cuenta con la nacionalidad mexicana y radica en la Ciudad de México. Cursa el Programa de formación del Instituto Budadharma, generación 2019. Es Doctora en Ciencia Social con especialidad en Sociología por El Colegio de México y académica en la Universidad Pedagógica Nacional donde es docente de grado y posgrado. Además, realiza investigación sobre temas vinculados con la diversidad socio cultural, relaciones de poder, violencias y discriminación.