Nuestra comunidad mantiene un compromiso particular con dos temas sociales específicos: uno es la justicia de género y el empoderamiento de las mujeres, y el otro es la protección del medio ambiente. Y consideramos estos dos asuntos una parte integral de nuestra labor espiritual. En el nivel más fundamental, la lucha por la justicia de género y la lucha por la protección ambiental forman parte de una causa común que básicamente es espiritual en su naturaleza. Las dos tienen su raíz en el esfuerzo por sanar el daño que durante milenios ha causado la idea de que lo que no es igual a nosotros es “lo otro”. Ambas deben poner fin a la manera habitual en que nos relacionamos con “lo otro” –ya sea la Naturaleza u otras personas– tratándolo como un objeto que puede ser dominado, explotado y finalmente desechado, como si lo que le hiciéramos a eso nada tuviera que ver con nosotros.

El camino budista ofrece una alternativa para este modo de relacionarse, enseñándonos a reconocer y abrazar nuestra interdependencia profunda con los demás y con el planeta. En este camino buscamos vivir con plena conciencia de que “lo otro” es fundamentalmente parte de nosotros. Como tal, el trabajo espiritual para liberar nuestra mente y nuestro corazón de las nocivas actitudes enajenantes tiene una perfecta continuidad con la tarea de liberar a la sociedad de las nociones limitantes de género y de la sensación de separación que tenemos con respecto a nuestro entorno natural.

Vivir como una comunidad de mujeres comprometidas con apoyarnos y empoderarnos en nuestra labor para crecer y despertar personalmente, es en sí una forma de intervención de género. Llevar una forma monástica de vivir significa adoptar una vida que no sólo es sustentable sino también de una sencillez radical, y que deja la huella ecológica más leve posible.

En las enseñanzas de Buda encontramos importantes herramientas para establecer la igualdad de género, para reconocer la naturaleza de una identidad construida socialmente (incluyendo las identidades de género) y para liberarnos a nosotros mismos de identidades internalizadas que resultan limitantes. Asimismo descubrimos importantes recursos para identificar la interdependencia radical de todos los seres y el medio ambiente, para cultivar una noción de cercanía y responsabilidad hacia el bienestar del entorno y para liberarnos nosotros mismos de los ciclos de pobreza, codicia y consumismo que nos llevan a la devastación del medio ambiente.