El intenso sufrimiento causado por el racismo y el sexismo ha llevado a muchas personas a salir a la calle en un esfuerzo por lograr un cambio, a través de protestas feministas en el mundo de habla hispana, en el mes de marzo, y más recientemente con protestas antirracistas tras los asesinatos de Breonna Taylor, Ahmaud Arbery y George Floyd. Por este medio queremos expresar nuestra solidaridad con quienes han tomado diversas acciones pacíficas para poner fin a ambas formas de violencia: racismo y sexismo. Como monjas budistas, hemos estado reflexionando y hablando sobre ello; te invitamos a hacer lo mismo y a continuación explicamos por qué.

El budismo, tal como lo entendemos, es un proyecto colectivo que nos permite entendernos dejando de tratar a las y los demás como “los otros”. Al contrario, nos conectamos a través de la empatía, la bondad y una profunda conciencia de nuestra interdependencia e igualdad radical. En otras palabras, vemos el budismo como un proyecto compartido para terminar con la ignorancia mediante el desarrollo de la compasión y la sabiduría.

La ignorancia que Buda describió implica exagerar las diferencias entre uno mismo y el otro, y subestimar lo que comparten, colocar al yo en el centro y mantener al otro en los márgenes o en el fondo, y cosificar e ignorar nuestra propia diversidad interna y la de las personas a quienes consideramos “los otros”. Esta ignorancia es la base del odio y del deseo de controlar o poseer a las y los demás. El funcionamiento de la ignorancia, el odio y el deseo pueden analizarse desde el individuo en sus relaciones personales, y también, desde la sociedad y las relaciones de dominación de unos grupos frente a otros. El racismo y el sexismo son dos grandes formas en las que la ignorancia se manifiesta a través de la marginación y subordinación que coloca a algunas personas en posición de superioridad aparentemente “natural”.

Como budistas analizamos la ignorancia para erradicarla, tanto individualmente como de nuestras sociedades. Practicamos la meditación como un medio para ese fin. Atendemos nuestra ética y aprendemos a abrir nuestros corazones como un medio para lograrlo. Este trabajo de liberarnos a nosotras y a nosotros mismos y a nuestro mundo es lo que se entiende por liberación e iluminación en un contexto budista.

La Comunidad Dharmadatta considera que trabajar activamente para terminar con el racismo y el sexismo no es una actividad opcional que se pueda dejar solo a los activistas, o un propósito que se pueda tener eventualmente, una vez nos hayamos liberado de nuestro propio sufrimiento. Pensamos que identificar, oponerse y acabar con el racismo, el sexismo y otras formas de opresión sistémica forman parte integral de nuestra práctica espiritual. Nunca nos liberaremos si vemos a las y los demás a través de prejuicios racistas y sexistas. Nuestro racismo y sexismo son del mismo material que los sueños, o más bien que las pesadillas, de las cuales necesitamos despertar colectivamente.

Foto por @jankolario