Devoción, autoridad, vulnerabilidad y cuidados en la comunidad amplia, parte 1/2

Alicia Estela Pereda Alfonso

El 23 de abril de 2023, en la plática titulada “Viviendo un gran cambio” que se transmitió por el canal de Facebuda, Venerable Damcho comparte con la audiencia la decisión de entregar los votos monásticos, después de un proceso profundo de reflexión donde identifica que la identidad y la autoridad inherentes al desempeño de los roles de monja, de maestra y de figura pública (debido a su presencia frecuente en las redes sociales) comienzan a obstaculizar el “espacio de descubrimiento real y de total apertura para la transformación radical que estamos intentando llevar a cabo dentro de nosotras” (Damcho, 2023 b). 

Aunado a lo anterior, afirma la dificultad que experimenta como integrante de la comunidad monástica, para representar a ciertos sectores de la jerarquía institucional, ante las situaciones de abusos sexuales atribuidos a Maestros de distintos linajes y tradiciones, que afectan mayoritariamente a mujeres: monjas y laicas. Además, comenta que pese a los intentos iniciales para impulsar procesos de investigación de acuerdo con el Código monástico, ella observó mucha resistencia, especialmente, entre quienes ocupaban posiciones de autoridad para orientar la reflexión en torno de lo que comenzó a experimentarse como una profunda contradicción entre el Dharma y la ética budista, los abusos sexuales, y una respuesta institucional que, en muchos casos, apelaba a la secrecía, a minimizar los hechos, a la descalificación y exclusión de las víctimas, y a cerrar filas en torno de los agresores (Langenber y Gleig, 2023c). 

Al concluir la plática, Damcho formula una interrogante: ¿en qué tipo de comunidad espiritual quieres participar? En siguientes sesiones dominicales, ella entrevista y dialoga con lamas, monjes, investigadoras y sobrevivientes de abusos. No sólo indaga, también plantea sus propias dudas, comparte su absoluta entrega al Dharma, y profundiza en las respuestas de las personas invitadas, en una actitud que transmite una decisión firme orientada a los cuidados de todos los seres y, especialmente, de quienes sufrieron violencia sexual en comunidades budistas. 

Los cuidados para la atención y prevención de los abusos sexuales

Existen muchas definiciones y perspectivas en torno de los cuidados, una noción que, desde los años 60 del siglo pasado, forma parte de la agenda en torno a la igualdad de género, los roles de género y a la división sexual del trabajo entre los movimientos de mujeres y los feminismos, en distintos contextos. En sentido amplio, Joan Tronto y Berenice Fisher (2013) definen los cuidados en estos términos: 

Actividad que incluye todo lo que hacemos para mantener, continuar y reparar nuestro ‘mundo’ para que podemos vivir en él lo mejor posible. Ese mundo incluye nuestros cuerpos, a nosotros mismos y nuestro entorno, todo lo cual buscamos entrelazar en una red compleja que sustenta la vida (p. 38). 

En esta definición destaca el enfoque ecológico, orientado al cuidado de la vida, que deriva de la interconexión de los seres vivos con el entorno. Esta primera definición ha recibido críticas por su amplitud que, de acuerdo con la autora, respondió a la intención de asegurar una mirada holística, donde tuvieran cabida no sólo las actividades o tareas domésticas (desde la preparación de alimentos, hasta el cuidado de los enfermos), sino todo aquello que asegura las mejores condiciones posibles para el desarrollo vital. 

Actualmente, las reflexiones y debates sobre este tema se orientan al reconocimiento de los cuidados como trabajo (no solo como actividad), como responsabilidad social y como derecho humano. Al vincular esta concepción de los cuidados con las reflexiones y enseñanzas que surgen de las entrevistas realizadas por Damcho, surge la posibilidad de abordar los abusos sexuales y de poder desde un enfoque de derechos, perspectiva que contempla una triple dimensión: brindar cuidados, recibirlos y autocuidado (Batthyany, 2020, Pautassi, 2007). Si bien, esta mirada podría resultar extraña o distante de las prácticas de una comunidad espiritual, conviene tener presente las palabras del monje Tenzin Peljor (2024): 

Cualquier organización social en la que el poder se concentra en las manos de alguien que es considerado tan superior a los demás que sus acciones no pueden ser cuestionadas, es susceptible de generar abusos. Por esa razón en todo tipo de comunidades y en todos los sectores de la sociedad vemos abuso de poder y abuso sexual. 

En este punto inicia una plática con este monje radicado en Alemania que, aunada a las reflexiones con las distintas figuras que dialogan con Damcho, aportan a la comprensión de algunas condiciones que pueden favorecer situaciones de abusos, entre las cuales, destacan: a. El vínculo entre autoridad, devoción y cuidados; b. Las competencias interculturales requeridas para la transmisión del Dharma; c. La respuesta institucional desde el contexto de las Américas. Una breve recuperación de los aportes de estas eruditas puede brindar elementos para la prevención, atención, sanción y sanación de los daños por abuso, individuales y comunitarios, desde un enfoque de cuidados. 

Autoridad, devoción y cuidados. La relación entre autoridad y devoción aparece como un aspecto central para reflexionar en torno de los abusos. Entre Maestras, Maestros y personas de la comunidad amplia se juega una relación de autoridad que tiene implicaciones de doble vía que pueden desplazarse desde la devoción a la vulnerabilidad en un camino de ida y vuelta que, en ocasiones, puede resultar favorable a prácticas lesivas. Así, para que la persona pueda sentirse contenida, sostenida, apoyada por el Maestro o Maestra en el profundo cuestionamiento de sí que implica transitar el camino espiritual, se entabla una relación de autoridad que incrementa la obediencia a la figura espiritual. Pero, al mismo tiempo, esa devoción, esa entrega, puede aumentar la fragilidad de las y los discípulos. 

En ese momento, resulta decisivo el tipo de Maestro o Maestra porque, como señala Pema Khandro Rimpoché (2023 a), esa relación puede oscilar desde los controles muy estrictos sobre todos los aspectos de la vida hasta vínculo más fluidos, abiertos, centrados en prácticas saludables, donde la guía del Maestro orienta al discípulo para asumir paulatinamente la responsabilidad de su desarrollo espiritual. De este modo, cuidar a la comunidad supone algunos desafíos. Por un lado, la relación de poder interpela al Maestro o Maestra espiritual en cuanto a la percepción de sí, de su rol y de la forma de ejercerlo, a fin de generar un lazo sagrado con la comunidad, donde la devoción hacia la figura espiritual no implique ninguna amenaza (Pema Khandro, 2023 a).

Por otro lado, varias de las personas eruditas que dialogan con Damcho, enfatizan la importancia de desarrollar el pensamiento crítico, una tarea que demanda un fuerte compromiso para el Maestro o Maestra espiritual porque “entrar al budismo no significa entrar a un mundo de subordinados donde el estudiantado sigue de manera ciega las órdenes del maestro” (Pema Khandro, 2023 a). Con esto no se trata de liberar de responsabilidades a la comunidad amplia. Sin embargo, para quien se inicia en este camino espiritual puede resultar complejo plantear interrogantes o cuestionar la palabra de una figura que, al menos, desde la representación del budismo que circula en el hemisferio que llamamos Occidente, se asocia con “un espacio diferente de otros ámbitos mundanos, donde las personas están enteramente comprometidas con el bien de los estudiantes, donde los valores y las relaciones humanas son diferentes” (Tenzin Peljor, 2024). Por esa razón, al comienzo puede resultar difícil “distinguir las prácticas saludables (…) y tomar una actitud crítica puede llevar un tiempo de camino en el Dharma” (Pema Khandro, 2023a). Por eso son importantes los cuidados, observarlos desde una perspectiva de derechos, a fin de prevenir comportamientos que, como señala Damcho (2024), “en cualquier otra parte de la vida se reconocerían inmediatamente como criminales, o al menos como nocivos” pero que en el seno de la comunidad cuesta tanto afrontar. Por esa razón, conviene insistir en que la práctica de un camino espiritual implica el compromiso de garantizar el derecho a recibir y brindar cuidados, así como al autocuidado, una dimensión que podría ligarse con lo que Langenber y Gleig (2023c) describen como una intuición que se experimenta en el cuerpo y a la que conviene atender, en lugar de sepultarla bajo discursos que tratan de justificar racionalmente comportamientos que pueden derivar en abusos sexuales y de poder. Y esto nos lleva a un segundo aspecto de los cuidados. 

 

Reseña Biográfica

Alicia Estela Pereda Alfonso nació en Argentina, actualmente cuenta con la nacionalidad mexicana y radica en la Ciudad de México. Cursa el Programa de formación del Instituto Budadharma, generación 2019. Es Doctora en Ciencia Social con especialidad en Sociología por El Colegio de México y académica en la Universidad Pedagógica Nacional donde es docente de grado y posgrado. Además, realiza investigación sobre temas vinculados con la diversidad socio cultural, relaciones de poder, violencias y discriminación.