Tara Verde es la madre de todos los budas, su naturaleza verdadera es la Prajnaparamita, la sabiduría iluminada. Ella es nuestra verdadera naturaleza, nuestra madre absoluta. La forma de la deidad simboliza la manifestación clara de nuestra mente.  Para conectar de manera profunda con Tara Verde, la Comunidad Dharmadatta y la Centro Budista Pema Yungne nos invitaron a realizar un retiro de práctica intensiva de Tara Verde del 22 al 25 de febrero de 2018.  La decisión de tomar un retiro en estos tiempos tan ocupados requiere de mucho valor y determinación.

Un retiro, nos dice Venerable Lhundup Damcho, nos sirve para dar un paso atrás, dejar nuestras preocupaciones diarias y restablecer nuestras prioridades. No es para recibir información sino para trabajar y experimentar lo que los tibetanos llaman el viaje más largo: el viaje del cerebro al corazón.  Este retiro se abría ante nosotras (cuarenta mujeres) y un Darío (el único participante varón) como una oportunidad para conectar profundamente con la práctica de Tara y ayudarnos a transformar nuestras propias mentes.

Llegamos de distintas direcciones:  Chile, Texas, Ciudad de México, Xalapa, Morelia, Estado de México, Guadalajara, etc. Sorteamos todo tipo de impedimentos y encontramos nuestro camino para llegar. Viejas amigas –y un amigo– del Dharma, nos reunimos nuevamente. Nuevas amigas del Dharma llegan por primera vez a nuestras vidas. Por tres días compartiremos este hermoso espacio en medio de la selva, en el estado de Quintana Roo, con el único propósito de ser más amables, más amorosas, más sinceras, más valientes…Todas nos sentimos felices y afortunadas de poder tener la oportunidad de practicar juntas.

La primera sesión del viernes 23 de febrero, el octavo día del calendario lunar y día auspicioso para practicar las veintiuna alabanzas, es guiada por Venerable Tenzin Nangpel para establecer nuestra motivación: Cuando yo esté feliz, pueda mi dicha fluir hacia los demás. Que esta felicidad llene el espacio. Cuando sufren, pueda yo cargar los sufrimientos. Que el océano de sufrimiento samsárico se seque rápidamente. Es importante iniciar el día aclarando por qué hacemos todo esto; el hecho de que nos sentamos a meditar en beneficio de todos los seres hace a nuestra práctica muy poderosa.

Las sesiones de Tara Verde del sábado fueron dirigidas por Venerable Damcho y Venerable Dapel. Mientras estábamos sentadas en la gompa y llenábamos el espacio de mantras Om Tare Tutare Ture Soha, la presencia de Tara nos envolvió en forma de sonidos, árboles, hojas verdes y aire fresco. Entonces recordé a Dzogchen Ponlop Rinpoché cuando en una plática sobre Tara Verde dijo:  Estamos aquí reunidos y hay muchas amigas, aunque estén vacías de naturaleza inherente son claras y hermosas. A veces olvido su naturaleza vacía así que cantar esta canción ayuda.  Por un instante me sentí rodeada de emanaciones de Tara Verde que vi en cada una de mis hermanas –y hermano– del Dharma, fue algo hermoso.

Durante la noche  y la mañana, hasta el mediodía, teníamos práctica de silencio. Ésta fue una oportunidad para ser generosas con las demás y ofrecerles nuestro silencio. Es una forma de parar nuestro diálogo interior y observar los propios comportamientos. Descubrí que con esta práctica puedo ayudar mejor a mis compañeras, cuidarlas, atesorarlas y amarlas más sabiamente. También tuvimos la oportunidad de participar en las actividades del Karma Yoga: tocar la campana antes de cada práctica y ayudar en la cocina. Con estas actividades podemos reorientar conscientemente una actividad cotidiana para uno mismo vivirla y hacerla gozosamente beneficiando a otros. Tocar la campana en medio de la selva mientras pedaleaba una bicicleta en compañía de las estrellas fue una de las cosas más bonitas que me sucedieron.

El sábado continuamos con las sesiones de Tara Verde. Aunque todas teníamos diferentes experiencias con la práctica, poco a poco nos fuimos acoplando la una a la otra hasta que naturalmente pudimos armonizarnos. Venerable Damcho nos preguntó ¿por qué no nos asombramos con la bondad? Siempre nos quedamos fascinados con la maldad pero nunca nos preguntamos de dónde viene toda la bondad que vemos y experimentamos.  Esa bondad se encuentra dentro de nosotros y conectamos con ella a través de la práctica de Tara. Con ella recordamos que tenemos que atrevernos a hacer las cosas aunque no salgan la primera vez o la segunda. Tara nos llena de confianza y valentía.

Por la noche comenzó el Tara Maratón, desde las 10 de la noche hasta las 6 de la mañana permanecimos recitando y cantando, tomando turnos, el mantra de Tara y las veintiuna alabanzas. El domingo fue el cierre del retiro. Al finalizar la práctica, una lluvia de flores comenzó a caer –en los textos tibetanos se le llama así a la lluvia que cae cuando el sol brilla y se considera muy auspicioso–. Todas, y Darío, nos regocijamos al sentir que tanto los espíritus del lugar como los budas y bodhisattvas estaban complacidos. Como siempre, Venerable Damcho tenía las palabras precisas para el cierre: nos habló de la importancia de participar activamente en el desarrollo y el florecimiento de la comunidad de práctica.

Tara Verde, dijo, se presta para unir a personas diversas. Es una práctica para conectar con una fuente de fortaleza dentro de nosotros, donde logramos sentir la confianza y podemos reconocer la no dualidad de Tara y uno mismo. Podemos incluso estar desesperadas y en ella encontramos un punto para afianzarnos.  Entre todas, creamos naturalmente un lugar donde Tara se manifiesta. Así se forma una comunidad de Dharma: no todas somos monjas, no todas practicamos diariamente, pero todas hemos logrado practicar y darle vida a este espacio de retiro. Especialmente el esfuerzo y la entrega generosa del Centro Budista Pema Yungne hicieron posible que esta actividad se realizara y diera tantos frutos.

Finalmente solo queda regocijarnos por esta oportunidad y dedicar los méritos que generamos para el beneficio de todos los seres. ¡Emaho!

América Vera