Ximena Maldonado Velásquez.

Instagram: ximena.mv.mx

Cada día miramos la fragilidad que habitamos, percibirla nos conduce a buscar estabilidad, refugio, compañía, empatía, quizá sentimos esa búsqueda como una intuición tranquila pero a veces la detonamos bajo presión o miedo. ¿Cómo navegamos entre lo que cada día colapsa, cambia, sufre?

Quisiera comenzar por agradecer la oportunidad de escribir en este espacio, agradecer la existencia del IB, la Comunidad Dharmadatta, las personas que colaboran para que exista, la vida de nuestras maestras y su tierra firme para compartirnos enseñanzas.

Mi primer contacto con la comunidad fue mirando los vídeos de canal faceBuda (en Youtube) una noche en que me sentía muy perdida; ya antes sentía una guía en el budismo pero nunca había encontrado el espacio adecuado para mí; también desde que recuerdo he sentido cariño hacia la vida monástica, de adolescente me gustaba saber sobre personas como Santa Teresa de Ávila y otras mujeres del catolicismo pero mi referente más querido, cercano a mi forma de ser y geografía era Sor Juana, me gusta saberla como maestra/ amiga, sentía cariño hacia ella por su dedicación al estudio, su determinación en cultivar libertad interna, su valentía por visibilizar las violencias de la sociedad que le tocó.

Sin restarle maravilla o respeto a su existencia, como lo comprendo ahora, existe un sesgo significativo en aquellas enseñanzas, ya que debido al tiempo histórico o ideologías muy alejadas de sus auténticos fundamentos amorosos, se vuelven en contra de sus practicantes, se tornan un espacio no seguro que acepta y reproduce el sufrimiento y la opresión como cualquier otro cuerpo de ideas dominante. De manera que tuve suerte esa noche cuando vagaba en Internet porque encontré un nuevo mundo.

El ciberespacio puede llevarnos a lugares desafortunados pero también es verdad que con la combinación de palabras adecuadas pude llevarnos a lugares muy afortunados. Recuerdo que esa noche escribí en el buscador: budismo, mujeres, Sor Juana, no sufrimiento, monjas… Algo así, entonces apareció un vídeo por ahí que comenzaba diciendo: Buenos días… A partir de eso, lo demás, para mí como para muchos de nosotros, son historias, diferentes historias de vida de todos los que cambiamos en el IB. Después de algunos vídeos hice los cursos formales y entré al Programa de Formación de Budismo.

Me falta muchísimo por aprender, entrenarme, cambiar, pero mi vida es hoy un espacio seguro que la práctica me ha posibilitado. La práctica se sostiene de la voluntad pero en mayor medida vamos transformándonos gracias a las maestras y maestros comprometidos en compartirnos el dharma.

Lo de andar de dibujanta es autodidacta, me ha acompañado desde que recuerdo, de manera que cuando ví el curso de Arte Budista, la Ecosangha y luego el Concurso de Arte, me sentí atrapada en múltiples sensaciones. Sentía la convocatoria desde lo más profundo del corazón social, ecológico, el de las enseñanzas, la oportunidad de adaptar a nuestro contexto la propuesta maravillosa de crear nuestras representaciones, diversas e íntimas, no como arte normativo o teológico sino como un tejido colectivo, jugar a imaginar cómo se ve el tipo de enseñanzas que llenan y guían nuestras vidas.

Es mi sentir que en este espacio/escuela/casa podemos acceder a las enseñanzas sin importar de qué parte del andamiaje social venimos, sin importar si tenemos un conocimiento previo del budismo o vamos comenzando y aunque no todas las personas pueden acceder a una conexión de Internet y a una computadora personal, entre la enorme cantidad de quienes accedemos existen diferencias que al estar todas mezcladas en la gran colectividad de lo autodidacta se pierden y se fusionan en una comunidad

Por eso creo que tenemos la gran maravilla de acceder al corazón de las intenciones, de mirar las enseñanzas para conectar, preservar y fortalecer nuestra valiente bondad, así como somos, así como estamos.

No me fue sencillo. El proceso general de elaborar la pieza, todo su conjunto, reflexionando que mi vida de activismo cambió por las enseñanzas del IB, englobar la obra fue complejo debido a la carga emocional que me daba pero al mismo tiempo y gracias a la práctica que se hace al caminar lo pude aterrizar y me gustaría compartir la narrativa que acompaña la obra un poco como la mandé para el concurso y un poco actualizada a lo que siento actualmente.

Materiales

Con excepción del papel, la obra está realizada con materiales de rehúso, algunas tintas vegetales como café, flor de Jamaica, colorantes para comida, pero no anda libre de tintas industriales como plumones, plumas o tintas vinílicas; lo que más ocupo es acuarela pero en realidad es una mezcla de lo que voy teniendo a la mano. La realidad es que no se puede habitar en un mundo sin tocar otros, es decir lograr una obra totalmente ecológica, pero lo mismo pasa con la práctica y el dharma, vamos haciendo lo que podemos con lo que tenemos.

Tengo un compromiso en trabajar con los recursos a los que puedo acceder de manera casera, aunque por ello las obras van perdiendo calidad, nitidez o tonalidades –pues carece de fijadores sintéticos-, pero me inspiré en artes budistas que, elaboradas con suma dedicación, desaparecen a los pocos días; por ejemplo los mandalas dibujados con polvos de colores pues siento son narraciones que en unos días desaparecen, se salvan de estar por siempre, pero que en su recorrido contactaron con otros seres, nutren otras expresiones. La enseñanza para mí es que nada surde de una persona, todo lo que expresamos en colectivo.

Descripción

La obra trata de plantear escenarios interconectados, ciclos en donde acciones positivas o negativas van trazando rutas bondadosas o dolorosas en nuestras experiencias, Samsara.

Las figuras principales están inmersas en una especie de burbuja/bóveda como al igual que los estados mentales de inmensa compasión de las y los budas, Estupa.

Trata de acercar elementos sagrados a nuestra geografía, muestra cercanía física entre las personas y un anhelo por fundir lo esencial del budismo en la vida cotidiana. Lo sagrado habita en nuestras acciones y puede ser accesible para cualquier persona, siento es lo que nos regalan las enseñanzas de nuestras maestras: Un budismo para todas las personas, colectivo y popular.

Recorrido de la obra de derecha a izquierda

Miramos una tierra invadida por la ignorancia capitalista que destierra a pueblos originarios de espacios que aun siendo su Hogar Común, no lo consideran su propiedad. Tierras sanas /equilibradas que en un par de años son contaminadas. Les miramos irse más alto en las montañas en donde es más difícil vivir y cultivar. La montaña también es alusiva al Monte Meru.

Quienes se quedan (abajo a la derecha) deben trabajar por necesidad en esas empresas o en las ciudades, exponiéndose a productos contaminados. La imagen de una mega empresa sostenida por nuestros hábitos de consumo que en conjunto contaminan todo lo inmediato si no que perdura en lo lejano, un ciclo plástico que impacta la naturaleza de la que nos alimentamos, por ejemplo en los frutos que estarán en nuestras mesas.

Centro abajo: Nuestra convivencia como seres urbanos, la desigualdad que generamos unida a la posibilidad de cambio en las elecciones que realizamos cada día, por ejemplo, un conductor enojado que impacta muchas vidas y casi atropella a un gato, en la misma escena que una persona en situación de calle elige cuidar a otro gato.

El Dharma está en todas partes, interrelacionado en forma de burbujas, puntos, flores, estrellas; está en toda la obra, libre de verticalidad o dogma, cercano o lejano a según causas y condiciones, pero presente, estable, cotidiano y accesible a cada ser.

Un edificio con diferentes ventanas; una compañera del IB (Instituto Budadharma) escuchando una enseñanza, niños prisioneros de ciudad que van creciendo y nos observan actuar, un Cuenco como el símbolo de la bondad que a veces nos llega de los desconocidos, transformando nuestras experiencias; la bondad que transforma las impresiones de nuestra mente Compasión,  El Árbol Bodi, valioso y sagrado como los árboles de la calle, plantado desde la tierra /concreto hasta un universo extendido, universo que envuelve seres, continentes, tiempos.

En el centro la figura de un buda con los ojos abiertos, sonriendo y alentándonos con el Gesto de Tocar la Tierra, en la otra mano el Mudra de Meditar combinado con el Mudra de la Predicción pues cree en nosotros como lo inmediato que tenemos para ayudarnos. Un niño, símbolo de nuestras cercanías latinas y cercano al buda, solo ellos dos tienen los ojos abiertos.

El centro de la obra propone la Budeidad repartida entre todas las personas, pues nuestra transformación no depende de un solo ser o de un solo momento en la vida, también en esa estupa imaginaria o burbuja que les contiene a manera de pequeñas lámparas de aceite flotantes, el Mudra de Protección repartido en la comunidad para cuidar el Dharma y volverlo esperanzador como una luz encendida al orar y resiliente, como el símbolo del puño arriba de los movimientos revolucionarios que aquí se vuelve una palma abierta. Desarmar nuestra estructura bélica, renovar, nutrir, fortalecer un activismo no bélico comprometido.

A la izquierda del buda una compañera del IB con el Mudra Escuchar y el de Girar la Rueda. A la derecha una campesina, equiparable a la Diosa de la Tierra exprimiendo su trenza, símbolo de regalarnos agua y honrar las formas de trabajo que nos sostienen desde el campo; ella nos muestra también los Mudras de Compasión y Tocar la tierra.

Y es que existen tantos paralelismos entre las culturas asiáticas y las nuestras. la dignidad/sabiduría  de sus pueblos originarios, el trabajo de las mujeres campesinas, algunos de nuestros rasgos físicos, la cosmovisión de la tierra/naturaleza, la medicina herbolaria así como muchos procesos artesanales, por ejemplo los textiles, las telas o hilos teñidos con colorantes naturales en fin los colores, por eso el marco lleva una cenefa que menciona dichas técnicas.

Final y Dedicatoria

Gracias de nuevo por permitirme compartir esto que me llamaba por tantas rutas, gracias a todas las personas que me ayudaron/ impulsaron/ motivaron antes, durante y después del proceso

¿Cómo navegamos entre lo que cada día colapsa, cambia, sufre? Quizá en el espacio seguro de ir juntas, juntes, juntos en las acciones cotidianas que hacemos, aceptando con cariño la manera en que nos van saliendo. En la ternura de alguna imagen íntima y personal del Buda, en el dharma que nos toca practicar según nuestra realidad inmediata, en el conocimiento/práctica de nuestras maestras y quienes mantienen viva la sangha.

Lo más valioso para mí en esta experiencia de artes, representaciones, colores, texturas es hacerme un refugio también en la voz, trabajo, sentir, mirada de todas las personas que participamos en este proceso. Entre diferencias y semejanzas individuales, el gran conjunto de quienes independiente a si participaron o fueron seleccionadas, están por aquí leyendo. Que podamos, quienes deseemos, llenar una bóveda de imágenes que plasmen nuestra comunidad de manera cercana o quienes la miran desde otros espacios. Que generemos una cantidad enorme de carteles, dibujos, pinturas, ilustraciones, fotos, pero también de coros, músicas, danzas, cuentos, poesías, artesanías, ciencias, medicinas, que llenemos las paredes de nuestra escuela, los salones de nuestra vida y el camino de nuestro día a día.

Reseña Biográfica

Habito 43 años en esta vida, en la Ciudad de México y el Estado de Morelos. He dado muchas vueltas y cambiado de caminos, estudié Antropología Biológica y una Carrera Técnica Artesanal pero desde que recuerdo mi vida ha girado en torno a proyectos comunitarios, colectivos, autónomos, con más permanecía cercana a economías solidarias y monedas comunitarias.

Un giro inesperado en el 2019 me llevó a trabajar con infancias y en esa vuelta siento que acerté, me importa mucho lo que sienten, piensan, miran, su presencia y saberes me dan seguridad, esperanza y energía. Es mi total convicción que habiten sin tanto dolor nuestra época de manera que deseen construir nuevas realidades.