Este año partí a India con una idea más clara de a qué iba: una pequeña pausa en la construcción del personaje al que tantos recursos le invierto, una serie inesperada de eventos que me confrontarían y quizá, si era afortunado, me permitirían ver facetas desconocidas de ese personaje, y la oportunidad de reencontrarme con amigos de todas partes del globo.
Para abrir boca nos tocó una audiencia con su santidad el Karmapa XVII, Orgyen Trinley Dorje. Para mí fue un punto de quiebre. Fue encontrarme frente a alguien ausente de personaje, con una fortaleza que inspira confianza y certidumbre; una presencia que encarna el logro de la enseñanza. Estar en su presencia me dio la sensación de estar en casa.
Es increíble ver como se dan las condiciones para que llegáramos de tantos lugares tan diversos, con el objetivo común de pasar unos días escuchando, contemplando y practicando el Dharma.
Conforme pasaban los días la enseñanza con Tai Situ Rinpoche se convertía en una inspiración profunda, una clara invitación a darle dirección y sentido a cada momento, ¡a despertar!
De la convivencia con los amigos me quedo con la certeza de que el mérito está en hacer la práctica, no en las circunstancias particulares en las que se hace.
También tuvimos la oportunidad de recibir enseñanzas de Mingyur Rinpoché, maestro extraordinario. Una increíble fortuna estar frente a tres seres tan extraordinarios, agradezco profundamente a la comunidad Dharmadatta por darnos esta oportunidad.
Regresé a México con la certeza de que será un año de práctica intensa, de que la mejor forma de agradecer a los maestros es ofrendarles mi práctica.
Hago la aspiración para que por el mérito de esta experiencia puedan todos los que tienen el deseo de tener una oportunidad similar encuentren muy pronto las condiciones para hacerlo.
Gonzalo León