Los últimos quince días estuvimos juntas en Drolmaling, un monasterio para monjas en Dharamsala, a unos minutos del Monasterio donde vive Su Santidad el Karmapa. Entre las tareas importantes ahí, Lodro, Dapel y Nangpel tuvimos que ejercitar los músculos cargando cajas de metal de un lado para otro, organizando las cosas de la comunidad, almacenadas en un cuarto en el pueblo de Khanyara. En diciembre perdimos nuestra casa en Dharamsala, así que habíamos almacenado todo hasta regresar en estas fechas.
No habíamos podido tener audiencia con Su Santidad para saber cuáles serían las prioridades de la comunidad, y así poder organizarnos en India antes de salir para la gira mexicana programada durante julio y agosto. Tuvimos que fluir con todas las respuestas posibles: rentar un lugar, comprar, almacenar, actuar, esperar, ambas, ninguna.… Aunque teníamos solo unos cuantos días, en cada momento parecían moverse las prioridades, y con ellas el lugar y el contenido de las cajas de metal que ponen las cosas a salvo de la humedad del monzón, a punto de llegar.
Damcho está pendiente de todo ese movimiento al mismo tiempo que facilita un programa de enseñanzas de Su Santidad el Karmapa a un grupo de jóvenes tibetanos. Finalmente, un día antes de que saliéramos dos de nosotras para México, con Su Santidad quedó claro que la prioridad es participar en el proceso de ordenación monástica, y a la vez continuar con las otras actividades programadas de la comunidad.
Damcho y Lodro están aún en Dharamsala, Dapel y Nangpel en Cancún, de este modo cubrimos las tareas con el apoyo y el entusiasmo de toda la comunidad grande que nos recibe con el corazón abierto. Y así vamos, uniendo fuerzas en un cuidado mutuo, abriendo brecha para que el Dharma penetre y eche raíces tanto en la certeza como en la incertidumbre.