Por Rosalía Vázquez Toríz

Los cursos que se ofrecen en el Instituto Budadharma (IB) están diseñados con la aspiración de ofrecer recursos y perspectivas para trabajar nuestro mundo interno teniendo como guía las enseñanzas del Buda, mismas que nos son trasmitidas a través de las charlas de Damcho y las actividades complementarias que diseñan Lodro, Dapel, Nangpel y Karya.
El contenido de cada curso alude a nuestra condición de seres sintientes y nos propone abordar un aspecto particular de nuestro vasto mundo interno, que como sabemos, no está separado ni es ajeno de nuestro mundo exterior. En general, los cursos son una invitación para mirar de frente a nuestro sufrimiento, el mismo que aqueja a todos los seres, y paulatinamente construir vidas más significativas y felices.

En el caso de Ecología Budista. Un camino espiritual arraigado en la Tierra, que pronto estará en la plataforma virtual del IB, se nos propone contemplar a la crisis ecológica como una de las dimensiones o compromisos de un camino espiritual desde el que podríamos cultivar la aspiración de reconfigurar nuestro mundo interno abriendo mente y corazón a la grandeza de la Tierra, reconociéndonos como una condición para el cuidado y la reproducción de la vida de los territorios que habitamos y somos parte.

Semejante a las tareas que realizan las y los estudiantes de un curso del IB, el equipo que diseñó Ecología Budista. Un camino espiritual arraigado en la Tierra siguió una metodología de trabajo que implicó el estudio, la escucha, la reflexión, la experimentación, la contemplación y el diálogo, que al final no solo tuvo como resultado un curso de ecología que puede llegar de manera profunda no solo a practicantes budistas y a activistas ambientales sino a cualquiera interesado/a en explorar visiones alternativas para sanar nuestro planeta. Para quienes colaboramos en su creación también representó una rica experiencia de encuentro con la generosidad de la Tierra y la sabiduría de muchas personas.

Para esta tarea, Libia, Yeny, Silvana, y yo viajamos desde México, Colombia y Argentina para integrarnos al equipo de creación de contenidos y convivir con las residentes de la Casa Dharmadatta en los Estados Unidos.

En un contexto de constante asombro y contacto con la Tierra, laicas y monjas destinamos alrededor de dos días para armar cada tema del curso, que mas o menos transcurrían así:

  • • Primer día. El trabajo empezaba con la enseñanza de Damcho y su grabación al aire libre o en la biblioteca en caso de que aumentara el humo que nos llegaba por los incendios en los bosques de Canadá, tal como ocurrió un par de veces. Finalizada la enseñanza, nos dábamos unos minutos para contemplar y compartir al equipo nuestras experiencias y opiniones, mismas que servirían como retroalimentación para el desarrollo de las siguientes enseñanzas. Posteriormente revisamos los puntos principales de la enseñanza y definíamos un titulo para el tema y un objetivo para sus actividades. Así, organizadas en dos grupos de trabajo, entre monásticas y laicas íbamos reflexionando y discutiendo el contenido de la tarea diaria, las preguntas del foro, el mapa mental y la dinámica de autoanálisis. También revisábamos documentos de los que se pudieran obtener las lecturas y las frases que inspiraran el cartel. La formulación de las preguntas de escucha activa requería oír nuevamente la enseñanza e ir identificando en la transcripción las ideas que se consideraban relevantes en el desarrollo del tema y que requerían particular atención.
    • Segundo día. Por la mañana nos reuníamos en la sala de meditación para realizar y comentar la meditación analítica que Damcho guiaba. Si para el tema que estábamos trabajando no correspondía una meditación, esa mañana y en el resto del día nos enfocábamos en el diseño de la dinámica de autoanálisis y si era necesario, corregir las actividades complementarias que se había elaborado el día anterior.

Como equipo destinamos dos sesiones de trabajo para conversar con dos destacadas maestras budistas que desde sus propios espacios y prácticas espirituales han abordado la crisis climática y han planteado alternativas: Lama Willa Baker y Dekila Chungyalpa. También recibimos de Kayana Short un taller para explorar nuestros arraigos y conexiones con la Tierra a través de la escritura de nuestras memorias ecológicas o ecobiografías. De igual forma, durante 25 días Nangpel nos ofreció enseñanzas y meditaciones de calma mental que nos preparaban para iniciar nuestras jornadas.

Finalmente hay que destacar que el curso Ecología Budista. Un camino espiritual arraigado en la Tierra está situado en la realidad de nuestros propios territorios y se nutre de un diálogo entre el budismo, la ciencia occidental, el conocimiento de los pueblos originarios y el vínculo que nos integra con la naturaleza los cuales Damcho, como maestra del curso, logró articular a lo largo de las 10 enseñanzas que le dieron estructura al curso.