Wilma, que tomó refugio durante el retiro de fin de semana en el monasterio Samye Dechi Ling, nos comparte su experiencia:
Últimamente la rueda del dharma casi me atropella. Como yo no me decidía a dar el paso definitivo y comprometerme con el Dharma con mayúsculas, se le ocurrió darme el empujoncito final. Os lo cuento.
Hace tiempo que ando tonteando con el mundo espiritual y especialmente interesada en la filosofía budista. Leo todo lo que pillo, tengo YouTube diseccionado ya, practico intermitentemente la meditación, me apunto a cursos, charlas y los retiros que se pongan a tiro… Pero soy inconstante y me gusta la diversidad, así que paso temporadas de inmersión y otras de ausencia.
De repente me entero de que viene a España una de mis figuras de referencia, la Venerable Damchö, en cuyas redes caí desde el primer vídeo que se me cruzó por Internet hará unos 3 años. Alegrón y decisión: voy a verla.
Y a partir de ahí la cascada dhármica fue incontrolable: estoy de vacaciones y sin dinero para un viaje largo, Damchö va a dirigir un retiro… ¡en el Monasterio Samye Dechi Ling donde reside mi querida ani Kunga! ¡Y el tema es el karma y su purificación! Me apunté sin mirar
Pero la guinda viene ahora, una auténtica broma de los 35 Budas de la confesión. A pocos días de ir nos comunican que sería más que conveniente que los retirantes tuvieran tomado refugio. Y que la Venerable se lo dará a quien no lo tenga y lo desee. ¡Ooooh!
¿Y qué puede hacer una ante tamaña confabulación kármica? Pues (tras unas horas de autoanálisis, dudas y vacilaciones) morirse de gusto, bajar la cabeza con entrega suprema y aceptar este regalo con fruición y el máximo agradecimiento que es capaz de sentir. No tengo palabras. Ni quiero tenerlas, es demasiado íntimo como para verbalizarlo.
Y ya está, los demás ingredientes de la experiencia eran igualmente positivos y el acontecimiento superó mis más altas expectativas: las enseñanzas, la compañía, el entorno, la comida, el clima… ¡El colmo fue reencontrar el sonrisón de la diligente Dapel parloteando un español estupendo, jeje! Insuperable.