Una reflexión de Leslie Serna sobre su viaje a India.
El título de esta entrada viene de aquella triste experiencia de dos turistas argentinas que viajaban por Ecuador y fueron asesinadas, y luego revictimizadas por la prensa que las señalaba por “viajar solas”, o sea sin un hombre.
A lo largo de este viaje observé a mis amigas y compañeras laicas de la Comunidad Dharmadatta, haciendo realidad el concepto creado por la antropóloga mexicana Marcela Lagarde: sororidad, algo así como “hermandad y solidaridad entre las mujeres para crear redes de apoyo que empujen cambios sociales, para lograr la igualdad” (Soror es la raíz latina de hermana, como frater lo es de hermano).
En este grupo había alguna que por primera vez salía del país, otras que no pierden oportunidad de acumular millas; pocas bilingües; algunas novatas en India y otras que ya han venido varias veces. Vivimos susto cada vez que alguien te habla en un inglés que no entiendes, te dice que tu reservación no está confirmada, que tus huellas dactilares no se registran. Preocupación cuando el primer alimento te cae mal y se apodera de ti el malestar, cuando el jetlag te convierte en zombi. Alerta roja cuando una compañera se desaparece por despistada. Ojos de plato cuando el taxista que aseguró haber entendido a donde ibas, te lleva a otro lugar. Pero como me dijo una de nuestras compañeras, “qué fácil es viajar en grupo”, y pues sí, porque frente a cada desafío están todas para lidiar con la situación. Sea lo que sea que necesites: traducción, medicina, dinero, apoyo, apapacho, ellas están ahí, sin dudar.
Todas son mujeres fuertes e independientes. La mayoría ha hecho el retiro de Vajrasattva de tres meses. Todas están comprometidas en su transformación personal. Todas son líderes, poderosas, todas tienen capacidad de respuesta. Sí, a veces diferimos y nos enojamos, pero nuestra fortaleza colectiva viene de saber que esos momentos no trastocan ni en una milésima parte, el tejido resistente que hemos construido colectivamente durante años.
Cuando salimos de México hacia India éramos 13 mujeres, luego nos encontramos con otras de nuestras compañeras y compañeros que salieron en distintos grupos hasta formar el grupazo de 36 mujeres y 6 hombres. En la Comunidad Dharmadatta siempre participan más mujeres que hombres. Todas y todos son increíblemente solidarios y apoyadores. Con ellas, sororidad; con ellos, fraternidad.