Este segundo mes del retiro de purificación estamos entrando al mes de silencio completo. Mantenernos enfocados en el trabajo de transformación que estamos realizando día tras día, sesión tras sesión, y en los periodos intermedios, nos da el espacio suficiente para dejar que la discursividad constante de nuestra mente empiece a aquietarse.
Durante este tiempo, damos una vacación al comentarista interno que continuamente está interpretando y opinando sobre cada cosa que experimentamos. De este modo incorporamos un elemento clave para una práctica espiritual profunda: ir más allá de la discursividad, externa e interna. Esto nos permite tocar un nivel de experiencia que normalmente no logramos penetrar, al que no fácilmente logramos acceder.
La práctica del silencio en este retiro, no es una forma de reprimir nuestra habla, ni de dejar de comunicarnos con los demás, es para encontrar nuevas formas de hacerlo.
Aunque no intercambiemos palabras, cada día cultivamos sentimientos de amor y de respeto recitando personalmente una dedicatoria para un compañero dentro del retiro. Y vamos así descubriendo, desde un estado de presencia mental continua, nuevas maneras de reconocer, cuidar y fortalecer los vínculos que de por sí tenemos.
Hemos iniciado este viaje con mucha curiosidad, con un poco de nervios, pero con un compromiso firme de aprovechar esta oportunidad de explorar un terreno desconocido, y aprender de nosotros y de otros en este nuevo reto.