Para muchos no es posible participar en un retiro presencial de tres meses, por esta razón, para llegar a la mayor cantidad posible de personas y poder incluirlas en el trabajo de transformación profunda que se está llevando a cabo en este retiro, abrimos otras dos maneras de participar, una es el retiro a distancia -que comentaremos en otro momento- y la otra es la invitación a la generosidad, mediante la que se abrió la posibilidad de ofrecer una o más comidas al grupo de retirantes (ver enlace).

La ofrenda de los alimentos que recibimos todos los días, tres veces al día, de benefactores de diferentes lugares del mundo, no solo despierta y mantiene vivo en nosotros un inmenso sentimiento de gratitud sino que hace visibles las redes de la interdependencia en las que existimos. Y estas se hacen más evidentes en un contexto en el que tu mente está tan abierta que te nutres tanto de la comida como de la bondad con la que es ofrecida; de este modo, sentimos vívidamente la presencia y la cercanía de los benefactores al recibir y tomar los alimentos.

Antes de cada comida, después de recitar en grupo los versos rituales de ofrecimiento, leemos el nombre de la persona que ofrece la comida y el propósito al que quiere dedicar la virtud y el potencial positivo que estamos creando juntos, benefactores y practicantes, en el retiro. Cada vez que lo hacemos, sentimos que lo que recitamos no son solo palabras, y lo que miramos junto a su nombre y su dedicatoria, no son solo sus fotografías, sino que ellos –los benefactores y las personas para quienes dedican toda esa virtud–, están con nosotros, son parte de lo que somos y de lo que hacemos en este retiro, y nosotros somos parte de ellos, de su vida y de sus aspiraciones.

Algunos de los donantes han estado muy cerca de la comunidad desde hace tiempo y ahora participan de esta manera en este gran proyecto de transformación, uniéndose a nosotros para crear juntos un modo diferente de vivir.

A otros donantes no los conocíamos anteriormente, a veces solo tenemos de ellos su nombre, o su dedicatoria, ni siquiera su fotografía, y esto nos hace ver cómo podemos conectar con personas a las que ahora, por su acto de bondad, podemos reconocer y apreciar el vínculo que nos une.

Esto nos muestra la bondad inmensa que hay en el mundo, bondad que nos permite recibir continuamente todo lo que necesitamos, incluso de personas que no conocemos, de las cuales a veces solo sabemos que se sintieron inspiradas a ser parte de este gran proyecto de bondad colectiva. Y esto lo vemos también en el enorme esfuerzo de quienes trabajan en la cocina, las dos voluntarias y los cuatro trabajadores oaxaqueños, que desde muy temprano empiezan su labor para tener a lo largo del día toda la comida a tiempo cuando salimos de las sesiones.

Así, al tomar estos alimentos estamos conectando con infinidad de personas, de este país y de muchos países, con todos los que sembraron, cosecharon, procesaron, transportaron, vendieron, compraron y prepararon toda esta comida.

Es por eso que para reconocer toda esta red de bondad, antes de cada comida leemos los nombres de los benefactores y sus dedicatorias, y miramos las fotografías que nos envían, de ellos mismos o de las personas a las que están dedicando el mérito. Y enseguida leemos las palabras en las que expresamos cómo su ofrenda contribuye a hacernos conscientes de la interdependencia, y expresamos también nuestra inmensa gratitud, nuestro regocijo por su bondad, nuestro compromiso de intensificar el trabajo que hemos venido hacer en este retiro y el sentido vívido de la responsabilidad que implica recibir tanto su ofrenda como su aprecio por el valor de nuestra práctica. Y hacemos explícita también nuestra determinación de corresponder a tanta bondad con una práctica comprometida.

Asimismo, a lo largo del día tenemos sus fotos y sus nombres en un lugar dentro de la sala de meditación, para expresar nuestro sentir por lo que ellos nos están dando: no solo nuestro sustento sino también inspiración que anima nuestra práctica.

A la noche, al final de la última sesión del día, dedicamos otra vez la energía positiva que hemos creado al cumplimiento de sus aspiraciones, a su bienestar y a su crecimiento en todo lo que es benéfico.
En el siguiente fragmento de un canto de realización del gran yogui Milarepa, puede verse el profundo significado del vínculo entre el practicante y sus benefactores:

“… Cuando un meditador virtuoso que medita en lugares solitarios
y un virtuoso benefactor que provee su sustento
se juntan, esta conexión los lleva a ambos a alcanzar la budeidad
pero lo que da a este vínculo su sentido es la dedicación del mérito”.