Contar una historia. Contar una que vaya mucho más allá de la ficción, que si acaso se puede hable del corazón de la vida. Esa es la encomienda que me han dado. El papel me mira y me pide además que sea cierta. Vaya, ¡lo que me faltaba!

Empezaré por el principio. Fui de las primeras en llegar a un desierto, con mi propio y particular desierto a cuestas hirviendo de emociones y pasiones, que como el sol -brillante y ardiente- me quemaban la piel del alma y del cuerpo. Poco a poco vi llegar a otras personas cargando el suyo. Pronto me di cuenta de la similitud con el mío.

Pensé que el poeta Javier Sicilia tiene razón cuando dice: la alegría reúne y la tristeza nos une. Sin embargo, en esta ocasión lo exacto sería decir que el sufrimiento y el dolor nos hicieron coincidir físicamente en el desierto el de San Luis Potosí, que llamamos así porque ignoramos la gran cantidad de vida y hermosura que encierra.

A fuerza de silencio, de enseñanzas, de reflexiones, de meditaciones y gracias al acompañamiento de una shanga que hizo suyo el reto que Venerable Damcho nos anunció: el de iniciar el viaje más largo: el de la mente-corazón, empecé el viaje sabiendo que no era fácil y que a veces tampoco iba a ser cómodo. La curiosidad y la convicción de que mi vida tal y como estaba necesitaba de otras herramientas y otros horizontes hizo que sacudiera mis miedos y me comprometiera para seguir el camino.

El inicio no fue fácil, el cuerpo rechinaba y dolía pero, al ritmo del caer del agua de la fuente que estaba frente a la entrada de la gompa, mi ser se empezó a sentir alegría y una felicidad serena y amorosa que lentamente me iba inundando. Fue así como abrazada y acompañada amorosa y respetuosamente por la shanga y la sabiduría de las venerables, mi corazón bondadoso empezó a florecer, primero conmigo misma y luego con los demás.

Veo mi libreta de apuntes, reviso las notas que hice antes del retiro siguiendo las instrucciones de los videos de preparación; áreas a trabajar: 1.-“identificar las emociones que colonizan mi ser” 2.- “mi paz interior” 3.- “Técnicas de meditación”…. Ufff qué cortos quedaron estos objetivos. Qué gozo verlos no sólo cumplidos sino rebasados.

¿Con qué me quedo de este retiro? Con un sentimiento enorme de gratitud hacia todos los corazones bondadosos que me acompañaron en este florecer conciente y gozoso de mi ser. Gracias a cada uno de ellos; y ojo… ¡reitero mi compromiso de seguir trabajando!

Mireia Viladevall