Para todas las personas conectadas con nosotros, especialmente para los familiares de los retirantes, compartimos aquí varias fotos sacadas después del terremoto que vivimos la noche del jueves (7 de Septiembre).
En el retiro nuestra última sesión del día termina a las 9:30 pm y mantenemos la sala de meditación abierta una hora más para las personas que quieren hacer una medita personal adicional, así que todos estaban ya descansando en sus camas cuando empezamos a percibir el movimiento de la tierra. Entonces nos dimos cuenta de que era un sismo.
Los que sintieron primero el movimiento despertaron a sus compañeros de cuarto y así, cuando había pasado apenas un minuto de que había empezado a temblar, todos habían salido y se habían reunido en los puntos de encuentro que se habían señalado para esa eventualidad en las áreas seguras de los jardines dentro de las instalaciones.
Por fortuna, nueve días antes de entrar al mes de silencio tuvimos una sesión repasando los protocolos de seguridad justamente en caso de temblores, de modo que todos tuvimos muy claras y presentes las medidas a tomar.
El efecto del trabajo de las seis semanas anteriores en retiro se hizo visible en el nivel de ecuanimidad de los retirantes, todos viendo por sus compañeros y manteniéndose en calma.
Venerable Damcho y Venerable Nangpel pasaron con cada grupo en los distintos puntos de encuentro para asegurarse de que todos estuvieran bien. Al mismo tiempo, Carolina y Nadia –dos de las retirantes– checaron los tanques de gas, y un arquitecto –que está también haciendo el retiro–, Rodolfo, acompañado de Claudia, la organizadora del retiro y Arturo, también retirante, fueron revisando una por una las habitaciones y las otras áreas de todos los edificios.
Mientras las venerables Damcho y Nangpel dirigieron a los grupos a recitar mantras tanto para sus efectos en la mente de las personas como en forma de plegaria para otras personas menos afortunadas afectadas por este movimiento sísmico.
A esa hora de la noche, el custodio del lugar, Don Agustín, vino a cortar la electricidad y el gas, como medidas de precaución. Después de una hora, cuando tuvimos la confianza de que ya se habían tomado las medidas preventivas posibles, todos regresamos a las habitaciones a descansar.
Aunque varios celulares para la comunicación con el exterior no tenían señal, que de todas maneras en esta área la señal es bastante débil, las monjas ubicaron uno que sí tenía, y de inmediato enviaron un mensaje a Leslie, nuestra amiga fiel pendiente del retiro desde el exterior, para que lo subiera en nuestra página, en el que se les avisaba a todos que los retirantes estaban bien.
Al otro día todos estaban en la sala de meditación a las 6 am, a la luz de su lámparas de mano, para la primera sesión, incorporando en la práctica la vívida enseñanza recién recibida sobre la fragilidad de la vida y su enorme valor. La experiencia durante el sismo hizo real lo que habíamos estado reflexionando y contemplando todos los días desde que empezó el retiro.
La determinación de hacer que nuestra vida sea significativa mientras dura, intensificó enormemente nuestra práctica espiritual a lo largo de ese día. Incluso la experiencia del miedo nos hizo ver el trabajo que necesitamos hacer para convertirnos en personas capaces de sostener a los demás en momentos difíciles.
Ese mismo día, desde la mañana sentimos intensamente la bondad de las personas que nos cuidan, Chela, la jefa de cocina y Ruth, ambas voluntarias en el retiro, así como las personas del pueblo cercano que ayudan en la cocina, estaban al pendiente improvisando un desayuno sin contar con gas ni luz, dado que hasta que no se revisaran la tuberías no se quiso reconectar el servicio.
Durante el día Chela estuvo recibiendo llamadas en el teléfono de emergencia que se había dejado a los familiares, informándoles que todos estábamos bien.
Al día siguiente, por la mañana, vino el arquitecto perito que está a cargo del edificio para hacer una revisión mucho más detallada a la luz del día, y cuando identificó algunas grietas abiertas en algunos muros decidimos desocupar esas habitaciones y trasladar a las personas que dormían ahí a un área segura de las instalaciones.
Los días anteriores habíamos estado dedicando plegarias para las víctimas y las personas amenazadas por el huracán en el Caribe, ahora estamos incluyendo en nuestros pensamientos a otras personas que compartieron la experiencia de este terremoto pero que no contaron con las condiciones afortunadas que nos protegieron a nosotros. Tristemente hay una zona muy afectada en el sur del estado de Oaxaca, (a 275 km de distancia de donde estamos), en la ciudad de Juchitán, adonde está concentrada la ayuda nacional e internacional, y seguramente esas son las noticias que les llegan. Esta zona es bastante lejos de donde estamos; continuamente estamos dirigiendo nuestras plegarias para todos los afectados en esa zona costera.
El trabajo de contemplar a fondo la manera en la que hemos vivido hasta ahora cobró un sentido de urgencia muy real con esta perspectiva del valor inapreciable de la vida. Continuamos dedicando cada momento nuestro esfuerzo para poder salir del retiro como personas capaces de contribuir al mundo activamente de una manera positiva.