Cuando recibimos la noticia de que se estaba organizando un retiro presencial con la comunidad Dharmadatta, después de una larga ausencia (durante la cual estuvimos viviendo una situación global de pandemia sin precedentes) sentimos una enorme alegría.

Había estado reflexionando sobre la toma de refugio desde hace un tiempo y ésta sería mi oportunidad de tomar un compromiso formal con mi camino espiritual y con nuestras maestras.

El tema del retiro, “Un budismo para nuestro tiempo”, resonaba en mi interior como una preparación para entender, navegar y dirigir nuestra práctica personal viviendo en un planeta que está pidiendo a gritos que paremos de ver todo lo que nos rodea como recursos que están a nuestra disposición.

Llegar a San Luis Potosí, México, desde Uruguay, en medio de una tormenta tropical y un huracán, exigió de nuestra parte poner primero en práctica la paciencia, luego el soltar y finalmente, confiar. Después de un par de cancelaciones debido al clima y 12 horas de autobús, llegamos al centro de retiros Don Bosco. Éste era mi segundo retiro, con suma alegría encontré muchas caras conocidas y muchas otras nuevas, todos felices de haber tenido esta oportunidad de conectar en persona con las maestras y la Sangha.

Mi corazón me decía, “Estás en casa”.

Y el trabajo comenzó.  Luego de la sesión de bienvenida, el calendario de actividades indicaba las diversas tareas, cuidadosamente programadas, a realizarse cada día: Sesiones de enseñanza, sesiones de meditación sentados y caminando, dinámicas en grupo y mucho silencio. Los primeros tres días fueron de práctica de silencio, Nangpel nos iba revelando cada día con más profundidad los efectos de esta práctica en nuestra mente y en nuestro cuerpo. Llevándonos de la mano con sus instrucciones, fui descubriendo que el silencio exterior iba aquietando las aguas de la mente, dejando aflorar la claridad y la calma muy naturalmente.

Las sesiones de enseñanzas con Damcho, fueron poco a poco  removiendo las capas de nuestra realidad convencional construida, para ir  dejando al descubierto la posibilidad de co-construir una realidad que ofreciera las condiciones ideales para florecer y despertar; sabiéndonos interconectados e interdependientes y que nuestra existencia depende de una cadena infinita de actos de bondad, de cada árbol, cada montaña, cada gota de agua en el océano y cada ser que vive dentro y fuera de nuestra piel.

Entendiendo a su vez, la profundidad de estos vínculos sagrados, Samaya, que sostienen nuestra vida y propician nuestro desarrollo espiritual.

Trabajamos en equipos con diferentes dinámicas planteadas por Lodro y Karya , con preguntas, tareas y escucha activa, disfrutamos mucho de algunas  de ellas, en particular, donde  pudimos expresar con las alas de la creatividad, nuestra visión de un campo búdico.

Estas dinámicas fueron muy enriquecedoras. Escuchar y conectar con las perspectivas de los compañeros y compañeras fue creando pequeños campos búdicos, donde podíamos compartir nuestras experiencias y vulnerabilidad en un espacio seguro,  al mismo tiempo que desarrollamos la generosidad de la escucha y la compasión.

Al final de nueve días de intenso y fructífero trabajo, nos despedimos con el corazón apretado y con la mente amplia.

Yo, con mi compromiso y motivaciones fortalecidos, ahora oficialmente como refugiada.

Salí del retiro con una visión clara de nuestro potencial y responsabilidad en la creación del mundo que queremos, este mundo que nace con cada interacción que honra los vínculos sagrados con todos los seres y con la tierra.

Escucho mi corazón, ahora más claro, diciéndome “Eres casa”.

Andrea Mendiburu

 

 

 

Reseña Biográfica

Mi nombre es Andrea Mendiburu, soy madre de dos hijos, vivo en José Ignacio, Uruguay. He trabajado como profesora de Inglés, en Jardinería y diseño paisajístico; estudié Apicultura en Uruguay y Artes Visuales, en Nueva York.  Disfruto de pintar y me inspira descubrir y compartir la belleza en sus infinitas formas.

Desde hace 10 años, mi esposo y yo manejamos un Bed and Breakfast.

Estoy en el programa de formación desde hace 4 años y soy voluntaria en el área de facilitación de cursos formales del IB.

También participo en organizaciones como voluntaria en rehabilitación de animales.

Oriento mi práctica espiritual a la transformación personal y al cuidado de la vida en todas sus formas.