Durante el fin de semana asistí a un retiro con la Venerable Damcho y con 14 colegas que forman parte de la sangha que se reúne regularmente en la Escuela de la Embajada Americana en Nueva Delhi. Este fue nuestro segundo retiro con Ven. Damchö, tras el primero en el año de 2013 en Dharamsala, y ha visitado nuestra pequeña comunidad de practicantes en Delhi muchas veces desde entonces. Con el paso del tiempo, algunos miembros de nuestra sangha se han relocalizado. Además hemos tenido varios maestros. Durante el retiro nos quedamos en Laksh Farma, una granja orgánica, hermosa, justo a las afueras de Delhi, un oasis cercano. Fue una gran alegría el compartir esta experiencia con personas que veo diariamente y que me recuerdan lo preciado que es lo que aprendimos.

Venerable Damchö nos guio a través de varias enseñanza, conversaciones y meditaciones enfocadas en el cambio. Una práctica muy preciada fue “Vivir la vida en un día.” Al acostamos a dormir, ella nos sugirió que permitiéramos que nuestros cuerpos descansaran bien para poder nacer a nuestra “nueva vida” y que nuestro primer pensamiento consciente fuera “¡Estoy vivo!” A medio día, reflexionamos sobre como iban nuestras vidas; si teníamos alguna percepción, actitud o comportamiento que pudiéramos cambiar. Nos dimos cuenta al caer el sol, que muchos cambios habían ocurrido y seguían ocurriendo en nosotros mismos y en nuestro entorno, y que nos estábamos acercando al final de algo. Al acostarnos a dormir reflexionamos sobre las cosas que se han resuelto en “esta vida” y las que queremos llevar a la siguiente. Una o dos cosas que tal vez no se han resuelto, no debemos subestimar. Fue un ejercicio poderoso para mí. Me ayudó a enfocar mejor mis resoluciones, intenciones y aspiraciones. La intención de dejar para mañana o para después el transformar un pensamiento negativo, un comportamiento compulsivo o reacciones inmediatas, disminuyeron grandemente cuando entendimos que no hay mañana. Solo otra vida.

Otra experiencia, sutil pero poderosa, fue observar los cambios en la naturaleza y la belleza de esos cambios. Me sigue impactando aún cuan profundo fue estar suspendidos en un momento, con toda mi atención enfocada en una tela de araña que pendía sobre mi cabeza, observada a través de la puesta de sol con tonos azules y rosados. Observé el movimiento causado por un cordón casi invisible cuando un mosquito voló hacia él, el caminar de una pequeña araña, los colores y formas de un majestuoso pájaro petirrojo (un martín pescador) parado sobre un alambre. Me di cuenta de cuanto me pierdo al no prestar atención plena, al no estar receptiva a todo lo que sucede sobre mi cabeza y bajo mis pies cuando camino.

Una de las enseñanzas que parecía nueva, o tal vez es más acertado llamarla una enseñanza renovada, fue darme cuente del poder de la percepción. Mis propias percepciones colorean cada aspecto de mi vida, y muchas de ellas no son acertadas o útiles. Ejemplos de esto son cuando pienso en lo que las personas piensan, lo que pienso de mí mismo o de alguien más, y especialmente cuando pienso en términos de personalidades y rasgos de carácter permanentes y fijos en el tiempo. Reconozco que tengo libertad para cambiar mi percepción acerca de algo. Mi deseo de ser feliz pareciera ser superficialmente un deseo egoísta. Pero transformar dicha percepción en “mi felicidad puede afectar positivamente la felicidad de otros”, lo cambia todo. La felicidad puede ser una aspiración al igual que un cambio en mi condición interna. ¡No puedo cambiar todas las condiciones externas, pero saber que puedo cultivar el cambio de mis condiciones internas es liberador!

Nuestro agradecimiento a Jann Fling por escribir la entrada y a Raquel Cajiga por traducirla del ingles al español.